El
público aplaudió de pie cuando terminó la última función The rural juror. Pero no porque el musical hubiera sido bueno, sino
porque había sido tan largo y aburrido que ya se habían parado para salir
corriendo. Eso es lo que vio Jenna: a las siete personas que habían quedado en
el público mientras caminaban hasta la puerta. Pero, ¿qué más daba? Estaba en
Broadway haciendo un musical que estaba en cartel hace dos años, y no en el off de Broadway, como aquella vez que
había interpretado el papel de Julia Roberts en Mystic Pizza, y fue obligada a comer treinta y dos pedazos de pizza
cada semana en la función.
Cuando
salió del teatro, Paul L’astname la esperaba afuera con un ramo de flores,
siempre caracterizado como ella para enamorarla. Así era Jenna, una estrella
como cualquier otra, enamorada de sí misma, pero con la suerte de encontrar a
alguien que disfrutara de ser ella tanto como ella, de encontrar un imitador
que le permitiera estar consigo misma.
Paul y Jenna. |
Llegaron
caminando al restaurante donde Liz los esperaba para cenar. En el mensaje,
había dicho que tenía que conversar con Jenna sobre una propuesta. ¿Volvería The Girlie Show? No. Eso no pasaría
jamás.
–Liz
Lemon nos está esperando en una mesa. Tenía una reserva. Yo soy Jenna Maroney y
ella es Jenna Maroney –dijo Paul.
–Acompáñenme
–dijo la moza, que era tan bella que Jenna sintió ganas de arrancarle el aro
que colgaba de su oreja derecha y rezó en silencio para que ningún productor de
la televisión la viera alguna vez.
Llegaron
a la mesa, ¡ahí estaba Liz! La única mujer a la que pudo querer en su vida, a
la que, desde que decidió dejar la actuación para dedicarse a la escritura,
nunca más vio como competencia. Con cualquier mujer, Jenna se hubiera alegrado
de ver una cara desfigurada por una quemadura de tercer grado con aceite, pero
no con Liz. Se le escapó una lágrima cuando la vio, y para intentar que la
emoción se fuera volando, sujetó la mano de Paul con una fuerza que llegó al
dolor. Es que no quería llorar en frente de Liz, sabía que no le iba a hacer
bien demostrarle lástima.
Liz Lemon y Jenna. |
–¡Liz!
Lemon
sacó sus ojos atentos del menú, que siempre leía de principio a fin para no
perderse ninguna opción, aunque siempre terminaría comiendo algo chatarro.
–¡Jenna!
El
abrazo largo y fuerte que se dieron le recordó a sus andanzas en la juventud. A
aquellos días en los que el teatro intensificaba todas las emociones. Las dos
luego de terminar su Two-woman show,
o al final de uno de aquellos geniales concursos de improvisación en los que,
sin lugar a dudas, ella era mejor que Liz Lemon, aunque nunca se lo había dicho
para no herir sus sentimientos.
–¿Qué
es de tu vida? –preguntó Lemon.
–Hoy
terminó The rural juror, pero hay una
posibilidad de que volvamos al teatro en la temporada siguiente, solamente hay
que rezar para que los productores decidan continuar en el negocio del lavado
de dinero. Y en dos semanas termino de grabar una biopic donde interpreto a Anne Hathaway…
La
moza interrumpió la conversación para venir a tomar el pedido.
–¿Qué
van a ordenar?
–El
pescado con ensalada –dijo Lemon, sorpresivamente– y una porción de papas
fritas.
–Yo
no voy a pedir nada –dijo Jenna, y se dirigió a Liz– es que ya estamos llegando
a la etapa en que Anne consigue el papel de Fantine en Les Miserables, y hace tres semanas que no como. Solamente como una
barra de arroz cuando estoy a punto de desmayarme.
Paul
decidió pedir lo mismo que Jenna.
–Pero,
insuficiente de hablar sobre mí, hablemos sobre Liz –¿bromeó?
–Bueno…
Definitivamente nunca más voy a fritar hamburguesas en mi casa y estoy
trabajando en mi segundo libro, gracias al éxito de Dealbreaker…
–Que
me debés…
–¡Yo
tuve la idea! Y estoy trabajando en un piloto para la NBC, y por eso quería
hablarte.
–¡¿Vas
a invitarme a actuar en un piloto?!
–Sí.
Liz habló
sobre la idea de una sitcom que
mostrara el detrás de escena de la realización de un programa de humor.
¿Estaría hablando sobre mostrar su experiencia como head writer de TGS with Tracy
Jordan? Si Jenna estaba en lo cierto, obtendría el mejor papel de su carrera.
Rezó en silencio una vez más, y Liz planteó la propuesta que Jenna siempre
había esperado en su carrera como actriz:
–Deberías
interpretarte a ti misma.
¡Eureka!
Sería la mejor sitcom del universo.
Y, ¿quién haría de Liz Lemon? Aún no se sabía, pero creía que sería Julia Louis
Dreyfus.
–¿Y
ya pensaste en algún nombre?
–Sí,
¿qué te parece 30 rock?
Los momentos más graciosos de Jenna Maroney
Me diste ganas de verla!... (ya está agregada a la lista de series jeje)
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